Un mundo maravilloso de Color y Luz

Judith Kain Cunningham1

Carlos Alemán Ocampo

Cuando conocí a Miss Judith sentí que conocía uno de los ser.es más tiernos y humanos de mi vida, una casa limpia con olor a paz y decorada por flores pintadas o bordadas por todos lados. Con frases que parecían bíblicas porque siempre eran de enseñanza o de ánimo para ayudarse a vivir. Fue mucho más tarde que supe que todo era hecho por ellos con unas manos prodigiosas y tiernas.

Le cocía la ropa de sus nietas, las arreglaba y las ponía de fiesta todos los días, por las tardes contemplaba a los muchachos que jugaban mientras amasaba pasteles para una rica repostería. Su actítud, su semblante de paz inundaba el ambiente y su sonrisa perenne enternecía y en medio de las dificultades siempre fue solidaria con cualquier ser humano que se acercó a su alero.

Fue bastante después de quererla mucho que supe que era pintora, creo que ella tampoco lo sabía. A partir de sus bordados, de coloridas flores, de complicadas enredaderas fue surgiendo, para la mí la visión de una artista. Algunos le dijimos que comenzara a pintar, no sé si fui el primero, pero sí de los primeros que le llevaron óleos y pinceles. Estuve retirado un tiempo de su casa, la vida da vuelta y volteretas y cuando regresé vi la casa llena de cuadros, un pintor naif había surgido, es cierto que ella podía hacer retratos, hizo algunos de sus nietas, bastante buenos, pero su explosión artística estaba en el mundo caribeño que pintó sin cesar y abundante, cada escena, cada momento de la vida costeña iba siendo capturado, captado, coloreado por sus pinceles. Llenos de anécdotas, de personajes, de recuerdos, fue dando un mundo maravilloso de color y luz. Ella como nadie ha dado esa luminosidad intensa de los soles del Caribe, de la fuerza de sus ríos, de la vida de las comunidades indígenas, donde ella sabía quién era quién en cada cuadro, cada cuadro era historia recordada, un cuento que podía contar.

Miss Judtih, era de Laguna de Perlas, cerca de Set Net Point, un lugar frente al mar Caribe de costas largas y soles intensos, un: costa llena de cocoteros y naranjales, icacos y mangos. De gente en tránsito hacia los bancos de pesca, de gente que allí vive porque quiere vivir en paz con la naturaleza, de allí venía. AIIi capturó el sol y amó la luz de sus cuadros.

Era una mujer extraordinaria, cuando falleció, yo sentí que algo mío se iba, algo de todos los que la conocieron se iba con ella ese don de ser humano y generoso. Solamente quedaban sus cuadros, sus colores, su alegría por la vida y en nosotros Ia admiración por haberla conocido.

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1 Pintora

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