Edgar en el alma y el corazón de ACIC

Quienes conocieron al poeta Edgar Escobar Barba, están conscientes que nos comprendimos; fueron muchas vivencias, anécdotas, pláticas y disgustos lo que forjó una hermandad, cuyos brillos continuarán expresándose en el futuro.

Henry A. Petrie 1

Resumen

Se reconoce el legado cultural del escritor Edgard Escobar Barba en los ámbitos del trabajo que realiza Acción Creadora Intercultural, ACIC, en su aporte a la educación, cultura, y vida social nicaragüense. También se expone una propuesta novedosa y dinámica del equipo interdisciplinario que responde a la creatividad de los usuarios en el territorio nacional.

Desarrollo

El primero de mayo del 2015 nació Acción Creadora Intercultural (ACIC), asociación parida por la dignidad, por una visión diferente de hacer cultura, porque partimos de la voluntariedad y el compromiso individual; porque nuestra experiencia es actuar como equipo, donde la individualidad hace al colectivo y este tiene la misión de forjar al individuo, que con base al espíritu crítico, creativo y talentoso, crece y evoluciona.

Somos una asociación que privilegia la acción desde y con la gente, comprometida con la interculturalidad, porque somos del criterio que a Nicaragua la hacen distintos pueblos y etnias, diversas culturas e identidades que deben conectarse y abrazarse a partir del reconocimiento de lo que somos, de nuestras diferencias. Sí, somos diferentes. Y precisamente por eso, debemos ir en busca del encuentro, del acercamiento de nuestras diferencias.

Para ACIC no puede haber desarrollo intercultural, educativo ni artístico, sin pensamiento crítico, sin libertad de expresión ni de creación. Nuestro compromiso esencial es con la Nicaragua multiétnica, plurilingüe y pluricultural.

En nuestra reunión de constitución estuvo presente nuestro amigo y hermano, Edgar Escobar Barba, el masaya de los ahuizotes, el leyendero, el escritor mesoamericano que con sus Mensajes cifrados iba en busca de los signos míticos. Ahí estuvo el escritor, estampando su firma en el acta, como miembro fundador. Ahí estuvo, con el entusiasmo que le caracterizaba, que es propio de ACIC, convencido que solo se hace cultural con un compromiso real, haciendo.

Firmó jubiloso y seguro del éxito en cada acción, en cada proceso a emprender, sin temer a las dificultades y limitaciones de todo inicio, máxime cuando en Nicaragua se tiende más al favoritismo y a la superficialidad; cuando muchos buscan beneficios sin aportar, desde una mentalidad parasitaria que tanto daño ha hecho al desarrollo socio cultural de nuestro país. El beneficio, desde nuestra concepción, está en generar aportes y resultados, desde la entrega y la forja de un edificio suficientemente fuerte y auto-sostenible.

En ACIC estamos mujeres y hombres que actuamos desde la gente; nuestro protagonismo es Hacer, Actuar, no así el figureo ni el coqueteo al poder de las élites; no hacemos de los escenarios culturales y artísticos tribunas politiqueras. En ACIC lo que cuenta es el trabajo, la gestión, la acción, la contribución voluntaria y consciente por la promoción de las artes, la cultura y la educación. Nuestra pasión es contribuir para que Nicaragua sea una república de lectores, forjando una cultura de paz y de verdadero desarrollo.

Edgar se nos fue en la madrugada del 4 de mayo, a tan solo dos días y unas cuantas horas de nuestra constitución. Nacimos en el día de los trabajadores y en el día de la Dignidad Nacional, nuestro hermano nos dio su adiós. Fue un duro golpe, uno de nuestros imprescindibles, de nuestros guerreros jaguares. Apenas nos despedimos, después de soñar el complejo de cosas por hacer, cuando recibimos la noticia en la voz quebrantada de Verónica, nos dejó estupefactos, consternados. Tratamos de respirar un aire que borrara lo funesto y diera relieve a aquel hermoso día que conoció a Alejandra Gabriela, la tierna hija de Gloria Elena Palacios, nuestra amiga y hermana.

Edgar fue uno de nuestros fundadores, tiene un lugar especial en nuestros corazones; fue un contribuyente esencial en nuestra filosofía de la acción. ACIC hace suyo su legado cultural y literario, mismo que se enriquece y continuará su trayectoria con obras y aportes a la cosmovisión nicaragüense, centroamericana y universal.

Nuestra Junta Directiva, desde el pasado julio del año en curso, decidió rendirle homenaje con la realización de una jornada que inicia oficialmente este día y concluirá el 4 de mayo del 2016, día del primer aniversario de su fallecimiento. Es cierto, somos una asociación naciente que aún no tiene los recursos indispensables para bregar entre cultura y mercado, pero nuestro empeño es grande, nuestro espíritu es guerrero y nuestra historia se va forja en el andar, hasta que lleguemos más allá de las estrellas, nómadas o asentados, de cualquier forma, pero apasionados, contagiados de alegría por la vida.

Es una jornada donde destacaremos la vida y obra literaria de nuestro hermano escritor, tan masaya como mesoamericano, un mestizo admirador de los mitos y leyendas, deseoso de conocer el Caribe nicaragüense, de convivir con sus pueblos y etnias, hurgar sus culturas desde la oralidad y el canto, buscar la conexión con los otros pueblos autóctonos en el Pacífico y Centro de Nicaragua.

Se realizarán conferencias que impartirán personalidades conocedoras de su obra; un concurso nacional intercultural de cuento breve que llevará su nombre y promoverá cada año; un recital declamatorio con piezas representativas de su poética; actos en siete ciudades principales del país; e iniciaremos desde ya, esfuerzos para difundir sus obras, tal como él lo deseaba.

¿Por qué esta jornada como nunca antes se le ha hecho a un escritor nicaragüense que no sea, por supuesto, Rubén Darío? Porque en ACIC somos una familia; porque en ACIC cada miembro cuenta; porque Edgar es uno de nuestros fundadores, porque su obra, sus aportes, siempre serán bien valorados por nosotros; porque su legado está vivo y debe llegar a la gente, a la niñez y a la juventud de Nicaragua. Porque somos partes y él fue en el Todo, del compromiso creativo, de ir a todas las expresiones culturales y literarias.

Quienes conocieron de la amistad de Edgar y yo, están conscientes que nos comprendimos como hermanos, fueron muchas vivencias, anécdotas, pláticas y disgustos lo que forjó una hermandad, cuyos brillos continuarán expresándose en el futuro. Él, un cristiano católico y guadalupano, de raíces liberales y costumbres conservadoras, tradicionalista; yo, un no-religioso, cuestionador, de genuinas raíces sandinistas. Ambos logramos acercarnos en nuestras formas de ser, en nuestras aspiraciones humanas y literarias. Edgar y yo profesamos un profundo respeto a nuestras creencias y no-creencias, a nuestras particulares formas de ser y de pensar, hasta encontrar la esencia de nuestra hermandad.

Soy un convencido que es posible la unión entre diferentes, sin que uno de los actores deje de ser, sin la nefasta conducta de la dominación y subordinación. Si nos asumimos diferentes, diversos, plurales, siempre iremos hacia el diálogo constante, donde seguro encontraremos elementos distantes, pero también, sabremos apreciar y poner en alto relieve las cercanías. Esta debe ser nuestra bandera dialógica, la cercanía de nuestras culturas, de nuestras singularidades. Y si esto es así, habremos aprendido a escuchar, a expresarnos con mucho respeto por el otro, a tolerarnos.

El 9 de mayo de este año 2015, La Prensa, en su página literaria, publicó mi artículo Edgar, corazón de niño, del que cito en esta ocasión dos de sus párrafos:

“A ese corazón de niño lo vi proponerse escribir una novela, La Chureca; lo vi aceptar errores y disculparse con humildad; lo vi debatir apasionado acerca de literatura; lo vi jugar con niños tal como si él mismo lo fuera; lo vi triste y decepcionado de actitudes jóvenes, que luego de haberles entregado un cuanto de corazón, le dieron la espalda por creerse dioses a saber de qué falsa cumbre.

“Pero sobre todo, al corazón de niño que fue Edgar Escobar Barba, lo vi llorar a moco tendido, cuando hace algunos años su madre Yolanda estuvo muy grave de salud en Guadalajara, México, imposibilitado de acudir a sus brazos, porque el puto trabajo que tenía no entiende de estos amores de hijo.”

Sí, frente a mí, lagrimones recorrieron su rostro enrojecido, al sentirse impotente por no viajar. Él adoraba, idolatraba, a su madre. Y fue tanto así, que deseó eternizar aquel amor madre-hijo en un libro común, intitulado Cántaros/Baúl de los recuerdos. El primer poema de Cántaros, dice:

Aún vacíos, los cántaros / están húmedos… Así mi tierra: con tus labios, sueños agua,ojos manantiales, y la riqueza de tu anatomía.

Edgar escribió un poema en el mes de mayo del 2005, es decir, hace diez años y cuatro meses, incluido en la Memoria de Lista Electrónica de Horizonte de Palabras, la que permanece –como el poema mismo– inédita desde el 2006. Al leerlo y constatar la fecha de su creación, no pude evitar relacionarlo con su fallecimiento: mayo.

Ahora que inauguramos una jornada que le rinde homenaje, es propicio para compartir dos de sus estrofas con ustedes. Es un poema para sus progenitores, intitulado Los Viejos, atendamos:

“Uno se da cuenta del tiempo,

cuando a solas, le amarras las agujetas del zapato, le muestras más que respeto; o le insertas el hilo a la aguja para que te zurza más que el botón, la herida abierta”.

“A estas alturas

uno no sabe quién se irá primero, por ahora,

los tres sabemos –y no lo decimos– nos lo callamos.

NO se sabe quién se irá primero, pero sí sabemos

que ellos me miran de cinco, no más de siete,

y yo los miro sin edad, eternos.

De esta manera, Acción Creadora Intercultural (ACIC), inaugura la Jornada Edgar Escobar Barba In Memoriam, el poeta, el escritor, el maestro, el mesoamericano, el masaya, nuestro ahuizote, amigo y hermano.

Gracias.

Masaya, 26 de septiembre del 2015.


1 Presidente de Acción Creadora Intercultural (ACIC). E-mail: malaji_2004@yahoo.com

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